La unidad de Bélgica como Estado se ha visto comprometida recientemente. Las elecciones anticipadas celebradas el 13 de Junio de 2010 tuvieron como principal vencedor al partido Nueva Alianza Flamenca (N-VA), que aboga por la independencia de Flandes del resto del país. Además, la profunda división existente entre valones (francófonos) y flamencos (neerlandófonos) ha impedido la formación de un Gobierno hasta diciembre de 2011, año y medio después de las elecciones.

El intrincado sistema político belga ha propiciado que en Valonia sólo se presenten partidos políticos francófonos y en Flandes sólo lo hagan partidos neerlandófonos, por lo que el resultado final de las elecciones se transforma en un pulso norte-sur donde priman más los intereses regionalistas que los del Estado en su conjunto.
El principal punto de desencuentro entre los independentistas flamencos y los valones es el distrito electoral de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV). Este distrito resulta realmente excepcional al comprender la ciudad de Bruselas, eminentemente francófona (aunque oficialmente bilingüe) más la parte occidental del Brabante Flamenco. Además, Bruselas es la sede del Gobierno Regional de Flandes, capital de la Comunidad Neerlandófona, de la Comunidad Francófona y del Estado Federal. Por contra, la capital de Valonia es Namur. En principio, Flandes reclama la inhabilitación de los partidos francófonos para presentarse en esta región, al considerar que se encuentra enclavada en su área de dominio lingüistico. Pero obviamente, Valonia rechaza esta injerencia, dado que en Bruselas la mayoría de la población es francófona.
A todo esto hay que sumar las tensiones pro-independentistas flamencas. Dudo mucho que si no son capaces de ponerse de acuerdo sobre qué partidos pueden o no presentarse a unas elecciones en la región de BHV, vayan a estarlo a la hora de decidir quién de las dos ha de quedarse con Bruselas si se diera la escisión de Flandes.
No hay que olvidar que Bruselas es la sede del Parlamento Europeo, y que sobre ella quiero construir La Gran Capital Europea. Por tanto, mi propuesta como Presidente de Europa sería lo más salomónica posible: ni para Flandes ni para Valonia. Bruselas pasaría a ser un territorio independiente, un Distrito Federal, a imagen y semejanza de lo que ocurre actualmente con Washington D.C. en los Estados Unidos, Camberra en Australia o Brasilia en Brasil (por citar sólo algunos ejemplos).
Y ahora, ¿qué hacemos con Valonia y Flandes? Bueno, mi preferencia es que se integraran la primera en Francia y la segunda en los Países Bajos. Así ahorraríamos complicarnos la vida en las instituciones europeas aumentando innecesariamente el número de estados miembros. De forma opcional, la Comunidad Germanófona podría volver a Alemania. Sin embargo, esta situación ideal podría ser ampliamente rechazada por las partes implicadas, por lo que habría que considerar la posibilidad de que una o ambas regiones se constituyeran finalmente como nuevos estados europeos. Aunque insisto, la opción preferente es la de su integración en los estados vecinos. Y si la razón subyacente de todos sus desencuentros es la cuestión idiomática, ¿qué podrían objetar ahora?
Bonus Track: No quiero alargar mucho el post, pero no puedo dejar de comentar una implicación colateral de la disolución de Bélgica como estado; y es que propiciaría la desaparición de una monarquía europea. Bajo mi punto de vista, todo ventajas, pues considero la monarquía una forma de gobierno anacrónica y antidemocrática que no debiera de tener cabida en una Europa moderna, fuerte y unida.