martes, 28 de febrero de 2012

La solución Europea al "Problema Belga".


La unidad de Bélgica como Estado se ha visto comprometida recientemente. Las elecciones anticipadas celebradas el 13 de Junio de 2010 tuvieron como principal vencedor al partido Nueva Alianza Flamenca (N-VA), que aboga por la independencia de Flandes del resto del país. Además, la profunda división existente entre valones (francófonos) y flamencos (neerlandófonos) ha impedido la formación de un Gobierno hasta diciembre de 2011, año y medio después de las elecciones.

En realidad, los problemas de Bélgica como Estado unitario vienen de lejos. Desde su independencia de los Países Bajos en 1830 hasta el día de hoy, las divisiones internas entre francófonos y neerlandófonos no han hecho más que incrementarse. Y en vez de realizar un esfuerzo para la integración de las dos comunidades, los sucesivos gobiernos del país pareciera que han hecho justo todo lo contrario. De hecho, en el momento de la emancipación de Bélgica, el neerlandés se vio fuertemente desplazado y despreciado por la élite económica de clara mayoría francófona. Y no fue hasta el último tercio del siglo veinte que lograron equipararse en derechos con sus vecinos del sur. Para completar el rompecabezas, existe una tercera comunidad lingüística en el país reconocida constitucionalmente, y que apenas representa el 1% de la población. Se trata de la Comunidad Germanófona, al este de Valonia, que ocupa los llamados Cantones del Este y que al término de la Primera Guerra Mundial y en virtud del Tratado de Versalles fueron entregados en 1920 a Bélgica por la derrotada Alemania.

El intrincado sistema político belga ha propiciado que en Valonia sólo se presenten partidos políticos francófonos y en Flandes sólo lo hagan partidos neerlandófonos, por lo que el resultado final de las elecciones se transforma en un pulso norte-sur donde priman más los intereses regionalistas que los del Estado en su conjunto.

El principal punto de desencuentro entre los independentistas flamencos y los valones es el distrito electoral de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV). Este distrito resulta realmente excepcional al comprender la ciudad de Bruselas, eminentemente francófona (aunque oficialmente bilingüe) más la parte occidental del Brabante Flamenco. Además, Bruselas es la sede del Gobierno Regional de Flandes, capital de la Comunidad Neerlandófona, de la Comunidad Francófona y del Estado Federal. Por contra, la capital de Valonia es Namur. En principio, Flandes reclama la inhabilitación de los partidos francófonos para presentarse en esta región, al considerar que se encuentra enclavada en su área de dominio lingüistico. Pero obviamente, Valonia rechaza esta injerencia, dado que en Bruselas la mayoría de la población es francófona.

A todo esto hay que sumar las tensiones pro-independentistas flamencas. Dudo mucho que si no son capaces de ponerse de acuerdo sobre qué partidos pueden o no presentarse a unas elecciones en la región de BHV, vayan a estarlo a la hora de decidir quién de las dos ha de quedarse con Bruselas si se diera la escisión de Flandes.

No hay que olvidar que Bruselas es la sede del Parlamento Europeo, y que sobre ella quiero construir La Gran Capital Europea. Por tanto, mi propuesta como Presidente de Europa sería lo más salomónica posible: ni para Flandes ni para Valonia. Bruselas pasaría a ser un territorio independiente, un Distrito Federal, a imagen y semejanza de lo que ocurre actualmente con Washington D.C. en los Estados Unidos, Camberra en Australia o Brasilia en Brasil (por citar sólo algunos ejemplos).

Y ahora, ¿qué hacemos con Valonia y Flandes? Bueno, mi preferencia es que se integraran la primera en Francia y la segunda en los Países Bajos. Así ahorraríamos complicarnos la vida en las instituciones europeas aumentando innecesariamente el número de estados miembros. De forma opcional, la Comunidad Germanófona podría volver a Alemania. Sin embargo, esta situación ideal podría ser ampliamente rechazada por las partes implicadas, por lo que habría que considerar la posibilidad de que una o ambas regiones se constituyeran finalmente como nuevos estados europeos. Aunque insisto, la opción preferente es la de su integración en los estados vecinos. Y si la razón subyacente de todos sus desencuentros es la cuestión idiomática, ¿qué podrían objetar ahora?

Bonus Track: No quiero alargar mucho el post, pero no puedo dejar de comentar una implicación colateral de la disolución de Bélgica como estado; y es que propiciaría la desaparición de una monarquía europea. Bajo mi punto de vista, todo ventajas, pues considero la monarquía una forma de gobierno anacrónica y antidemocrática que no debiera de tener cabida en una Europa moderna, fuerte y unida.


lunes, 27 de febrero de 2012

Los Pilares de mi Europa II: El Euro

Recuerdo con especial emoción la cena de nochevieja de 2001. Aquella noche, además de despedir el año, estábamos a punto de despedirnos de nuestras pesetas. O, más concretamente, a punto de darle la bienvenida al euro a nuestros bolsillos. Porque, si bien es cierto que el Euro había nacido dos años antes para la Banca y los Mercados Financieros mundiales, no fue hasta esa noche que los pudimos ver, tocar y tener en nuestras billeteras.

Estonia, último estado en adoptar el euro.
En aquél momento resultaba perfectamente comprensible, aunque algo decepcionante, que hubieran tres estados miembros de la UE que no hubieran apostado por adoptar el euro en esa noche. Estoy hablando del Reino Unido, Suecia y Dinamarca, que aún hoy en día, once años después, mantienen sus respectivas monedas nacionales. 

Si bien es cierto que estos tres estados no son a día de hoy los únicos miembros de la UE que no forman parte de la Eurozona, lo que les diferencia del resto, es que si no han adoptado el euro aún ha sido porque no les ha dado la gana.

En 2002 había cierto recelo sobre el futuro del Euro, sobretodo en lo referente a su futuro comportamiento en los mercados bursátiles con respecto al dólar. Y ese miedo sirvió de excusa para que estos tres estados europeos no se vieran obligados a adoptar el euro hace, repito, once años ya. A mi entender, esta situación resulta poco menos que anómala en estas fechas, además de poco beneficiosa para la imagen internacional de la UE en su conjunto y del Euro en particular. 

  1. Azul: Eurozona.
  2. Verde: Miembros de la UE que aún no han adoptado el euro.
  3. Morado: Estados fuera de la UE que usan el euro.
A diferencia del Reino Unido y a Dinamarca, y en virtud del Tratado de Maastricht firmado en 1991, Suecia está obligada a adoptar el Euro en el futuro, "una vez que haya alcanzado las condiciones necesarias". Esto es así dado que se incorporó a la UE con posterioridad a la firma de dicho tratado, en 1995. No obstante, la subjetividad subyacente en los términos de Maastricht y que la adhesión al MTC-II (paso previo y necesario actualmente para poder adoptar el euro) es per se voluntaria, ha podido, hasta ahora mantener sus coronas suecas. De hecho, los suecos ya rechazaron en un referéndum llevado a cabo en 2003 la adopción del Euro y nada parece indicar que de repetir el referéndum hoy en día el resultado fuese distinto.

Por contra, Reino Unido y Dinamarca ya formaban parte de la UE en 1991 cuando se firmó el Tratado de Maastricht. Sin embargo, negociaron clausulas en virtud de las cuales se les ha permitido hasta ahora permanecer fuera de la Eurozona.

Como Presidente de Europa, cuando lo sea, una de mis prioridades será la ampliación de la Eurozona, extendiéndola hasta los límites de la UE, de forma que todo estado miembro de la Unión adopte el euro. Y, al igual que lo expuesto con anterioridad para Schengen, si un estado miembro no desea adoptar el Euro llegada una fecha concreta, me vería obligado a mostrarle el camino de salida, expulsándolo de la UE con todo el dolor de mi corazón. Simplemente, porque no se puede estar dentro y fuera al mismo tiempo.

Sede del BCE en Frankfurt
¿Y los estados que no cumplan con los criterios de Maastricht? Igualmente, les haría adoptar el euro con la mayor brevedad posible. No termino de entender tanta burocracia y requisitos para poder adoptar el Euro, si nada nos garantiza que, una vez dentro de la Eurozona, cualquier estado pueda desbandarse por la senda de la inflación y el déficit público. Como tampoco entenderé nunca que la forma de prevenir esto sea amenazando con sanciones económicas que para nada ayudarían al estado infractor a relanzar su economía.

Huelga decir que no tengo ningún problema con que los estados que actualmente utilizan el euro sin ser parte de la UE (Andorra, Mónaco, Ciudad del Vaticano, San Marino, Montenegro, y Kosovo) lo sigan utilizando. Independientemente de que todos ellos figuren en mi Agenda para la Ampliación.


lunes, 20 de febrero de 2012

Los pilares de mi Europa I: Schengen.

En ocasiones, hay que tomar decisiones duras. Decisiones que bien pueden ser políticamente incorrectas o simplemente no del gusto de todo el mundo. Bien, pues ser capaz de tomar esas decisiones es lo que marca la diferencia entre un líder y un advenedizo. Y a mí no me va a temblar la mano ni la voz a la hora de afrontar el futuro de lo que será mi Europa cuando yo sea el Presidente.

Para mí, los dos pilares fundamentales sobre los que debemos construir Europa son el Euro y Schengen. Dos pilares a los que no podemos renunciar, y cuya defensa, mantenimiento y fortalecimiento debe corresponder a Bruselas. Entiéndase, por supuesto, que cuando digo Bruselas me refiero a ésta como la sede física del Gobierno Europeo.

Me parece poco menos que aberrante que en la Unión Europea existan dos estados, Irlanda y Reino Unido, que no hayan ratificado los Acuerdos de Schengen porque no les ha dado real la gana. Y peor aún que desde las instituciones europeas no se presione de ninguna manera a éstos para que se adhieran a estos acuerdos con la mayor brevedad posible. Al menos esa es la impresión general, de modo que si estuviera equivocado y esta presión existiera, ésta es, además de ineficaz, totalmente imperceptible. La incongruencia se acentúa al haber países que, sin ser miembros de la UE sí forman parte de Schengen, como son Suiza, Noruega e Islandia. A esto no tengo nada que objetar, al menos de momento. Por otro lado, da mucho que pensar el hecho de que a pesar de su gravedad para la buena salud de Europa, éste sea un asunto bastante desconocido por la población en general. Desconocimiento que además se da tanto dentro de la UE, como fuera de nuestras fronteras.

Distinto es el caso de Rumanía, Bulgaria y Chipre, países que, por no estar aún lo suficientemente preparados, no han sido autorizados a formar parte de Schengen. Aún así, su situación no deja de ser paradójica. Si son Europa, han de serlo al cien por cien. Hasta la última consecuencia. Y si por ellos mismos no son capaces de garantizar la seguridad de sus fronteras internacionales, Bruselas deberá de prestar todo el apoyo logístico y económico necesario para poder eliminar los controles aduaneros entre éstos Estados miembros y el resto de la UE.

Monumento dedicado a Schengen.


Pues bien, cuando yo sea el Presidente de Europa, Schengen será de obligado cumplimiento para todos los estados de la UE. Aquellos países que aún no formen parte de él por no haber alcanzado los estándares de calidad mínimos en sus aduanas, recibirán todo el apoyo necesario de Bruselas. Y si Irlanda o Reino Unido no están de acuerdo con pertenecer a Schengen, entenderé que tampoco quieren pertenecer a la UE, y con todo el dolor de mi corazón les mostraré la puerta.

Bonus track: A propósito de Rumanía y Bulgaria, recuerdo que cuando entraron en la UE el 1 de enero de 2007, les fue impuesta a sus ciudadanos una moratoria de dos años para poder trabajar libremente en otros estados de la Unión. Aquello respondía al miedo que tenían estados más ricos de que se produjera una avalancha migratoria que pudiera colapsar sus propios mercados laborales. Pero no se ajustaba a la realidad, puesto que en muchos estados miembros, la población rumana y/o búlgara ya representaba una muy importante minoría. En concreto, recuerdo con especial dolor el caso de Viktor, un ciudadano búlgaro asentado en mi pueblo desde hacía año y medio que en octubre de 2008 vino a mi casa a pedirle trabajo a mi padre en la vendimia. Él y su familia estaban pasando hambre, y en el campo había trabajo. Pero mi padre no pudo contratarlos al estar vigente la susodicha moratoria.

jueves, 16 de febrero de 2012

Trabajo que me quitan.

Me acabo de llevar una pequeña sorpresa. Según he leído en El Mundo, parece que los eurodiputados han votado a favor de que el Parlamento Europeo tenga una sola sede. A lo mejor, cuando yo sea el Presidente de Europa decido mandar al Parlamento directamente a la papelera de reciclaje, pero en caso de no hacerlo, lo que no iba a tolerar es que siguieran con la tontería de reunirse unas veces en Bruselas y otras en Estrasburgo. El ahorro en viajes y dietas que supondría fijar la sede del PE, teniendo en cuenta que en total son 754 eurodiputados los que hasta ahora deben desplazarse de Bruselas a Estrasburgo y de Estrasburgo a Bruselas mínimo una vez por mes no es nada desdeñable. Máxime cuando lo señores eurodiputados no aceptan viajar en clase turista. Esto último es materia de un post entero, así que no lo desarrollaré más, pero un pelín caraduras sí que me parecen. Fijo que si se pagaran ellos el avión volaban con Ryan Air. En concreto, cálculos del propio PE cifran en 180 millones de euros anuales los costes derivados de la duplicidad de sedes.

Lo que no ha quedado claro todavía es qué ciudad será la sede permanente del PE si finalmente acuerdan fijar una sede única. Pero por si acaso, Francia ya ha protestado formalmente, no vaya a ser que la idea sea fijar la sede en Bruselas. A mí, en realidad me da igual una ciudad que otra, pero casi preferiría Bruselas. No por fastidiar a los franceses, que también, sino porque me gustaría ver a Bruselas como la Gran Capital Europea. Es más, uno de los pilares fundamentales de mi mandato será hacer de Bruselas la Gran Capital Europea. Suena bien. Y para eso, es necesario que la ciudad vaya adquiriendo símbolos, poderes y privilegios de capital.

Lo de Estrasburgo quedó estupendamente en su momento, puesto que la ciudad está situada en una región históricamente muy disputada entre Francia y Alemania. Muchísimo simbolismo para cerrar las heridas de la Segunda Guerra Mundial y tal; pero habiéndose cerrado ya todas las heridas (o casi), no tiene mucho sentido mantener algo que resulta tan caro y aporta tan poco.

Y muy mal por parte de Francia protestar por algo que nos beneficia a todos. Aunque creo que no les queda más remedio que protestar.

Nos leemos!

Introducción.


Desde hace bastante tiempo, tanto que ya no sabría precisar cuánto, cada vez que he visto u oído alguna mala noticia, relacionada o no con la política europea, he terminado haciendo el comentario de que "cuando yo sea El Presidente de Europa, estas cosas no pasarán".
                                                                                                                                                           
La realidad es que no tengo ningún interés por ser "Presidente de Europa", ni tan siquiera me siento cualificado. Ahora bien, viendo lo que hacen muchos de nuestros políticos (desde el alcalde del pueblo vecino hasta el ministro de Educación, Cultura y Deporte, pasando por el presidente de la Diputación Provincial de turno), entenderéis que por muy mal que pudiera yo desempeñar el cargo, no "desentonaría" demasiado.

Sí, ya sé que el cargo de Presidente de Europa como tal no existe, ni se ajusta a la legislación vigente. Actualmente, Herman Van Rompuy es el "Presidente del Consejo Europeo", un cargo que parece ser mucho más simbólico que otra cosa, independientemente de las funciones que realmente realice. No, yo hablo de ser un Presidente Omnipotente, capaz de hacer y deshacer leyes con el chasquido de sus dedos, y con jurisdicción universal a nivel europeo. Lo imprescindible para poder hacer todos los cambios, grandes y pequeños, que considere necesarios para crear la Europa de mis sueños.

Quiero dejar claro que este blog no está pensado para ser un ideario político, ni con fines propagandísticos, sino para ser un divertimento mío. Una coña. O más concretamente, una colección de coñas o tontás que se me han ido ocurriendo a lo largo de los últimos años y que un día, sin premeditación ni alevosía, me decidí a recopilar. A lo largo de este blog iré contándoos de qué manera afrontaría los pequeños y grandes problemas de nuestra Europa si tuviese el poder necesario para hacerlo. Como he apuntado antes, mi formación académica tal vez no sea la más adecuada para el cargo. Y por eso he de pedir disculpas si alguna de mis ocurrencias atenta contra el Derecho Internacional, la Economía básica de primero de carrera o contra la Educación Cívica y Constitucional.

                                                                                                                     

Advertencia: Absténganse de comentar en este blog aquellos que se tomen en serio las coñas que escribo. Trataré de plantear mis tontás como si fueran ideas muy serias, y muy meditadas. Pero no os equivoquéis, no son más que eso, tontás, y soy muy consciente de ello. Además, lo más probable es que jamás haya nadie en Europa con poder suficiente para tomar ninguna decisión de forma unilateral. Y dado que en ningún caso ese iba a ser yo, mejor que así sea.

                                                                                                                     

Si queréis, me podéis seguir en @Twitter. Podéis encontrarme fácilmente como @JSucinto

Nos leemos!